miércoles, 4 de junio de 2014

Nada


Sospechamos que dentro nuestro hay siluetas que nos atraviesan con prontitud,
como ornamentación onírica,
breves, relampageantes.
A la loca de la casa la vemos insistentemente.
Mientras estamos con cien ojos en sus indicios, esos figurones multiformes no nos dicen nada,
el por qué.
Pero esquivas, se asocian con coyunturas exteriores.
Hechuras históricas que las dictan y les da perfiles de los acontecimientos reales de cada día.
Rutinarios. Domésticos. Aburridos.
Que las representan con entusiasmo, y que les prestamos mucha mayor atención.
Mientras sabemos que estos quiebres de nuestro interior memoria y de nuestro exterior tangible existen.
Creemos que entendemos algo del mundo circundante:  
que el que todas las mañanas se levanta para ponerse las medias y andar, es el que vale; mientras que aquél que da cabezazos de inventiva imaginativa está tratando de un vicio de envejecimiento, de levedad.
La partida superficial.
El quimerizante es el embocinado necio del pueblo.
Pero al final,
cuando ya no hay nada para explicarse,
cuando esa parte del río ya pasó y no vuelve,
cuando lo único que queda es el maquillaje del suceso real,
entonces todo es otro,
no queda nada nada.
Mejor no pensar en la disposición.

Todo… todo… es ausencia.   
Di

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