Caen
las estatuas
en
el campo de añil,
ya
de invernadero,
ya
global,
en
la torre que crece,
en
la mira que apunta.
El
diseñador de la Babel
ha
dicho cortante
que
la altura lo domina
y
tiene el control de las hormigas,
sobre
lo que comemos,
sobre
la nada sin sustancia,
sobre
quienes somos.
Mandrágora
del lobo
quiero
saber quien no eres.
¿Desde
cuando a los creadores de cumbres,
a
los fundidores de armas,
les
preocupa
las
causas de la guerra?
No
quiero inspirarme en su realidad
y
sí en mi ficción.
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